No me puedo quejar. Los últimos siete años de mi vida fueron más que pródigos en cuestiones artísticas.
Mas allá de un rédito económico, deseo significar el goce de momentos increíbles en lugares, situaciones, personas con las que compartí esos instantes, la fama es puro cuento, lo más importante es lo que quedará en mí y que como siempre digo, lo que dejo para mis nietos, es un deseo que en el tiempo me sigan viendo, no solo en imagen, sino que no pasé por la vida de casualidad y que pude haber dejado aunque sea mi corazón puesto en el arte.
Comenzamos con la inesperada incursión en la prueba en los cruceros del caribe.
Fue tan solo una semana, no podría haber soportado esa vida, vivir encerrado y alejado de mi familia, pero no puedo negar que fue una grande y hermosa experiencia, con gente de todas partes del mundo, en un lugar paradisíaco, con la tripulación parecíamos amigos de toda la vida. Con los artistas, yo el único argentino, parecíamos hermanos, lloramos mucho en la despedida pese a tan pocos días, y con el público, el orgullo de ser aplaudido de pié cuando interpreté, bueno, interpretó mi muñeco Alejandro Rey, el tango Cafetín de Buenos Aires. Muchas risas, aplausos, flashes, hermoso recuerdo y una experiencia más.
Seguidamente, trabajar en teatro con un autor y director de putamadre, Carlos Mathus, (La Lección de Anatomía), junto a Antonio Leiva, y otros geniales acotes, en cuatro temporadas de GALERIA, una obra hermosa y sentida.
De allí junto a Marcela Krugger y Patricia Lopez en otra obra de teatro, también en el EMPIRE, en un policial, que se suponía sería a lo sumo dos funciones, se transformaron en seis y no se pudo más por tiempo, pero fue un éxito, su título PROMESAS CUMPLIDAS. Finalmente en teatro y orgullosamente, también con los ,
Payamédicos, dirigido por el Dr. José Pellucchi y el Dr. Lucas Bruno, excelentes profesionales de la medicina y grandes directores actores en teatro, en la obra PAYASIENDO, con increíbles compañeros de escena como el mismo presidente de la entidad, el Cdor. Héctor Bruno, Un recuerdo que no se borrará jamás.
En forma increíble, mi primer experiencia en cine de largometraje, una intervención breve, con un rol importante en cuanto a su significancia con el tema del film, EL CLAN,
la oscura historia del clan Puccio. Conocí un director joven, talentoso, genial, solidario, humilde, puedo decir mil cosas de él y siempre me quedaré corto, yo, un desconocido, actor con muchos vicios porque pocas veces fui dirigido, mis únicas pero importantes y grandes experiencias, los que hicieron a mi formación, Mathus, Krugger, Pelluchi y Bruno, que me sirvieron de alguna forma para que Pablo Trapero tuviese la suficiente paciencia para con su gesto siempre amable fuera dando forma al personaje. En realidad todo el equipo de Matanza
Cine me trató con un respeto y afectos tan inmenso que me emocionaba, me parecía increíble. Con ese mismo respeto compartí escenas con el Señor, con mayúscula Guillermo Francella, un actor con un volúmen de capacidad increíble, que se adapta en cada paso a lo que va a mostrar, se convierte en un personaje y en otro, cambia de actitud con una destreza total, lo he seguido siempre en sus actuaciones desde Historia de un Trepador donde el personaje que actuaba era un despreciable total, daban ganas de ir a buscarlo y acogotarlo, verdaderamente un genio, un Actor con mayúsculas. Y trabajó mucho, es incansable, se merece lo que tiene y lo que logra, es un premio a su propio esfuerzo a su talento y tuve el honor que también me guiara, sugiriera y humildemente compartiera escenas conmigo, con todo lo que me sucedía en esos momentos, desde la desgraciada discapacidad de ser hipoacúsico, hasta el shok por la situación de estar en ese lugar tan importante.
Y no que quedé ahí nomás, me animé e hice participar en la misma película a mi auto Torino GR, mi compañero desde hace 31 años, ya que el film se ambienta en un invierno de los años 80, algo más mío quedó en la peli.
Termina todo esto y, por ahora con la presentación de mi primer producción asociada, junto a Carlos Magó Martinez, alguien que vive pegado a mi corazón, Diego Nazarov, del mismo color humano que el anterior, y un nuevo amigo, con el cual no solo guardamos una relación de artistas sino que concluímos en las mismas ideas, Julio César Toffoletti, un brillante ser humano. La obra se titula VARIE 3
y se desarrolla en el teatro de otro personaje que parece que el viento nos amontona, porque se luce por la humildad, generosidad, afecto, delicadeza, talento, ser humano increíble, él es Gustavo Valentini, arquitecto, mago, Amigo incondicional, su teatro es el Contemporáneo, en la calle Cochabamba 427 de la Capital Federal. Cierran el maravilloso staff cuatro seres ligados por la sangre a nosotros, mi esposa Alicia Ángela Paris, y los hijos de Carlos Magó, Rodrigo, Natalia y Luciana Martinez que no ponen jamás condiciones y sí ponen todo y lo mejor de sí para ayudarnos.
Quiero agradecer en principio a Dios por tantas oportunidades, por tanta dicha, porque ha sido suficiente, y tal vez demasiado para mí, espero haber respondido con calidad, con lo mejor de mí, tal vez surjan otras oportunidades, pero no voy a enloquecer por ello, estoy satisfecho y agradecido, un premio a los casi 66 años de edad. Y por supuesto, el agradecimiento a mi familia, esposa, hijos, hijos políticos y sus familias que ahora somos todos una, porque nunca dejan de apoyarme y soportar las locuras. A todos mis amigos y colegas, a los que me quieran sin filtro.
Aquí termina mi reflexion, es hora de salir a escena otra vez.
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