Me preguntaron, ¿es de oro?,
no, es una simple medalla de metal dorada como souvenir, distinción, recuerdo,
de alcanzar una cantidad de años dedicados a una profesión, Cincuenta Años, la
pucha, casi nada.
Paro investigando con mayor profundidad, encontramos que la
profesión no es común, posee significativos caracteres que no la hacen común o
que se la pueda considerar como una más.
Requiere de caracteres de la
persona que se ha de vincular a ella, nace con la estrella que la
orientará hacia la mesa de reclutamiento
y todo porque al momento de nacer, un ser superior, Dios en mi caso, ha elegido
especialmente a quienes iluminará el
astro que lo acerque a destino.
En esa elección, el señor le
asigna dignidad, principios, coraje, amor, solidaridad, le quita el miedo a la
muerte y le deja solo que la respete, lo condena a ser pobre, y que pese a
la tarea increíble que realizará, no solo recibirá una paga magra e
injusta sino que será insultado, denostado, agredido, herido, muerto, odiado,
envidiado, burlado, una y mil veces caerá y volverá a
pararse sobre su orgullo, todo
negativo, es todo un tema.
Pero claro tampoco es
todo tan pero tan negativo, es cierto que se trata de un
gran porcentaje de contras y gran
sufrimiento, pero resulta que es como la tinta alterable, se puede borrar o disimular, quedan solo resabios o
viruta.
Las alegrías tal vez sean
menos pero son como tinta indeleble, no solo no se borra jamás, sino que poseen
una contundencia y gran tamaño que de
por sí se consideran un verdadero real y merecido premio, que no hace falta que
lo entregue nadie, el mismo actor lo
reconoce porque evalúa su conducta.
Ni hablar de los resultados,
cuando el poli observa los efectos de su tarea fruto de esa vocación fundamentada
en el amor, la entrega del todo por el todo, en
ese momento se borra el cansancio, la tristeza, se
transforma en una fiesta, pura alegría que podría llegar a generar una
arritmia si se descontrola y todos la conocen como Satisfacción del Deber
Cumplido.
Por eso, volviendo a la
medalla, no, no es de oro, porque eso es
caro y no hace al significado de su existencia, pero sí, evaluando su costo
como Dios manda, no alcanzaría todo el oro del mundo para comprarla junto al
mundo que se oculta tras ella. Con todo el orgullo y honor de ser POLICIA.
No había espacio en la medalla para escribir los nombres del equipo que trabajo para lograr esta distinción, por eso y en agradecimiento porque también se trata del Deber Cumplido por haber apoyado, soportado, sufrido cada instante de mi vida, no puedo dejar de mencionarlos, mi esposa Alicia Ángela PARIS, mis hijos, Noelia Alicia y Miguel Ángel Jr., que Dios los Bendiga, gracias, muchas gracias.
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