jueves, 24 de octubre de 2019

MIS BODAS DE ORO EN LA POLICIA FEDERAL ARGENTINA



Me preguntaron, ¿es de oro?, no, es una  simple medalla de metal  dorada como souvenir, distinción, recuerdo, de alcanzar una cantidad de años dedicados a una profesión, Cincuenta Años,  la  pucha, casi nada. 

Paro investigando  con mayor profundidad, encontramos que la profesión no es común, posee significativos caracteres que no la hacen común o que se la pueda considerar como una más.
Requiere de caracteres de la persona que se ha de vincular a ella, nace con la estrella que la orientará  hacia la mesa de reclutamiento y todo porque al momento de nacer, un ser superior, Dios en mi caso, ha elegido especialmente a quienes  iluminará el astro que lo acerque  a destino.
En esa elección, el señor le asigna dignidad, principios, coraje, amor, solidaridad, le quita el miedo a la muerte  y le deja solo que la  respete, lo condena a ser pobre,  y que pese a  la tarea increíble que realizará, no solo recibirá una paga magra e injusta sino que será insultado, denostado, agredido, herido, muerto, odiado, envidiado, burlado, una y mil veces caerá y volverá  a  pararse  sobre su orgullo,  todo  negativo,  es todo un tema.
Pero claro tampoco es todo  tan pero  tan negativo, es cierto que se trata de un gran porcentaje de  contras y gran sufrimiento, pero resulta que es como la tinta alterable, se puede  borrar o disimular, quedan solo resabios o viruta.
Las alegrías tal vez sean menos pero son como tinta indeleble, no solo no se borra jamás, sino que poseen una contundencia y  gran tamaño que de por sí se consideran un verdadero real y merecido premio, que no hace falta que lo entregue nadie,  el mismo actor lo reconoce porque evalúa su conducta.
Ni hablar de los resultados, cuando el poli observa los efectos de su tarea fruto de esa vocación fundamentada en el amor, la entrega del todo por el todo, en  ese momento se borra el cansancio, la tristeza,  se  transforma en una fiesta, pura alegría que podría llegar a generar una arritmia si se descontrola y todos la conocen como Satisfacción del Deber Cumplido. 

Por eso, volviendo a la medalla,  no, no es de oro, porque eso es caro y no hace al significado de su existencia, pero sí, evaluando su costo como Dios manda, no alcanzaría todo el oro del mundo para comprarla junto al mundo que se oculta tras ella. Con todo el orgullo y honor de ser POLICIA.



No había espacio  en la medalla para escribir los nombres del equipo que trabajo para lograr esta distinción, por eso y en agradecimiento porque también se trata del Deber Cumplido por haber apoyado, soportado, sufrido  cada instante de mi vida, no puedo dejar de mencionarlos, mi esposa Alicia Ángela PARIS, mis hijos, Noelia Alicia y Miguel Ángel Jr., que Dios los Bendiga, gracias,  muchas gracias.







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