domingo, 5 de mayo de 2019
PALABRAS MAYORES Revista VIVA Diario CLARIN
Llegué a los 70 años de edad, y sigo sin ver la luz al final del túnel, significa que aún queda camino por recorrer y que muchas cosas que conozco, que genero con mi actividad, terminan sorprendiéndome. Tengo un terrible sentido de auto crítica, no me perdono un detalle, no dejo pasar nada, me avergüenzo en cada falla o error cuando se producen por no haber prestado atención.
Tengo una edad donde hay que definir una suma de experiencias, conocimientos, haber concretado proyectos y anhelos, tener seguridad en el propio criterio aún pudiendo hallarme equivocado, pero convencido que no lo estoy. Cuanto más me pueda acercar a un alto promedio de conocimiento, de experiencias vividas, habré construido lo que entiendo por Sabiduría, aunque como el filósofo diré más de una vez, Solo sé que no sé nada, mi mayor temor es que un joven, alguien que espera de mí una enseñanza, modelo o ejemplo termine calificándome como Viejo Estúpido, no por favor, eso jamás, ni estúpido ni sucio, viejo sí, aunque los objetos son viejos, los humanos somos ancianos, me gusta la agresividad del concepto Viejo, suena a Ejemplo, Autoridad, y solo pretendo ser algo así, pero no por soberbia sino por el orgullo de haber transitado en la vida con penas y glorias, de haber vivido intensa y profundamente cada instante o circunstancia de la vida.
Luego de toda esta definición de sentimiento, quería mostrar algo que me sorprendió. Una anécdota vivida con mi muñeco Pascualito a partir de una experiencia como Actor Ventrílocuo, que muy criteriosa e inteligentemente llevó a cabo mi consuegra Gabriela Gurrieri de Monti, una maestra, una docente que valida y valoriza ese título con creces, y me llevó presentándo como artista a sus alumnos del Séptimo grado, jóvenes entre 12 y 13 años de edad. Mostré mi habilidad mediante un breve show y luego les conté a los alumnos en qué consistía el arte de la ventriloquia
Fue así que al finalizar, Brian, un joven de 13 años, embelesado por lo que había visto, solicitó permiso para preguntar y lo hizo directamente al muñeco Pascualito interrogándolo acerca SI ERA CIERTO QUE NO ERA EL QUIEN HABLABA. Me dejo boquiabierto, no solo lo convencí con la técnica aplicada en mi arte sino que motivé un sentimiento, una sensibilidad prodigiosa en un niño que estaba dejando de serlo.
Esto fue rescatado por la licenciada Lidia Lerner, escritora, periodista, admnistradora de la sección, PALABRAS MAYORES, de la Revista Viva del diario CLARIN, que la publicó el 28 de abril de 2019.-
Tal vez no rinda económicamente, tal vez no tenga una gran magnitud, quizás sea solo un hecho curioso más, pero este es mío, y cada vez que ocurren circunstancias de este tenor, mi corazón se ensancha, agradezco a Dios por permitir que pueda vivir estas sorpresas en la faz final de la vida, y poder compartir todo con la gente que quiero y recíprocamente apoyan todas mis locuras.
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