Cosas te da la vida, cosas deseadas, que muchas veces uno piensa son inalcanzables, muchas de ellas son verdaderos sueños, y otras, son sueños que se pueden hacer verdaderos.
He tenido mucha suerte en ese sentido, porque a mis Sesenta años he vivido muchas y hermosas situaciones, he vivido.
Nada tuvo desperdicio. He tenido buenos y malos momentos, pero fundamentalmente fueron más e importantes los primeros, especialmente aquellos hechos o situaciones que no los otorga el dinero, que los tomo como un regalo de Dios. Por eso siento que es tan fuerte aquello de Dar para Recibir sin pensar que Doy o que estoy Dando, simplemente el hecho de sentirse feliz cuando se extiende la mano sin esperar nada a cambio.
Soy actor, músico, bailarín, he realizado varias disciplinas ligadas al arte. No sé ni puedo decir el grado en que las hice, solo quien las haya visto o compartido puede dar su aceptable opinión, yo solo las disfruté.
Trabajé en varios escenarios importantes, Teatro 25 de Mayo (V. Urquiza), Teatro Ateneo, Teatro Coliseo, Luna Park, Teatro 25 de Mayo (Sta. Rosa, La Pampa), Teatro Empire por primera vez en el año 2007, y al cual he regresado ahora pero como actor en la obra del genial autor y director Carlos Mathus, el de La Lección de Anatomía, éxito que se mantuvo en cartelera durante 35 años.
Justamente esto último es la satisfaccion más grande que he tenido como artista, sin despreciar las demás por supuesto, pero creo que todo actor debe sentir como yo que esa pasión por el teatro, que se reaviva como una hoguera, que estalla como una bomba, cuando se para en la boca del escenario y mira hacia la platea, las luces, el telón, el decorado, los trastos, los camarines, las corridas, los nervios, el aplauso, la felicitación mutua entre compañeros de elenco, y en GALERIA somos Ocho Protagonistas, ocho monólogos que genialmente hiló Carlos Mathus para que la obra se convirtiese en una paleta de pintor donde no falte ningún color, ningún matiz.
Estoy cumpliendo un sueño, quisiera agradecerle a Dios por tanto a cambio de tan poco, y solo sé que lo puedo hacer compartiéndolo con otros, ayudando a otros a que tengan las mismas oportunidades. Y aquí en la tierra, una vez más, a mi amigo Ted White, Eduardo Hermida Blanco porque cuando Antonio Leiva, uno de los increíbles actores con quien comparto la puesta, le preguntó qué ventrílocuo conocía, él no tuvo lugar a dudas y darle mi nombre.
Hace ya un mes, que estoy en la obra preocupándome porque cada salida tenga más brillo que la anterior, no me importa que haya sido buena, debe ser mejor, tengo una deuda de gratitud muy grande que pagar y la mejor forma de hacerlo es avalando la confianza que tuvieron en mi.
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