Este año una nueva fiesta, y el lauro lo obtuvo el querido Javier Villoldo, "Javier y Jaimito", con cuyo papá ahora fallecido tuve una experiencia muy especial a nivel humano, era no solo un sobresaliente ventrílocuo sino un caballero.
Yo estaba enojado con él por una cuestión de momento y me había cerrado totalmente, mas en una oportunidad mientras almorzaba con mi esposa y mi hija pequeña en un restaurante de la localidad de San Isidro, él, Javier junto a su familia, ingresaban para hacer lo propio.
Al verlo me hice el desentendido hasta que mis ojos apuntaron a su mesa. Él me estaba mirando, con una sonrisa y su copa levantada en clara propuesta de hacer las pases, y por supuesto, esa actitud pudo con mi estúpida bronca y me acerqué a su mesa con mi copa en la mano y brindamos luego de pedirnos disculpas nuevamente. Lo llevo grabado en mi corazón, y por eso, ahora en su hijo lo veo representado, es tan buen tipo como su papá y se merece haber obtenido el Premio Magia del Cometa Mágico.
En la misma fiesta tuvimos el inmenso honor, orgullo y placer de compartir momentos y fotos junto a un grande, un querido artista, el ídolo de varias generaciones, Carlitos Balá, recordándonos que existió una televisión sin necesidad de exhibición de cuerpos desnudos ni palabras soeces, ni de velada pornografía, sin lenguaje procaz, que hubo inocencia, picardía, sentido de ubicación con respecto a la niñez, la ancianidad, al ser humano que desea una ética y una estética de vida para transitar por caminos de normalidad, sensatez y buenas intenciones.
Ojalá algún día vuelvan los Carlitos Balá, las Ceciles Charré, las Julietas Magaña, Capitán Piluso, Pepitito Marrone y su circo, ojalá.
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