miércoles, 24 de octubre de 2012
V CONGRESO INTERNACIONAL DE PAYAMEDICOS
jueves, 13 de septiembre de 2012
miércoles, 1 de agosto de 2012
Acerca del libro VENTRILOCUOS Gente grande que juga con Muñecos de Daniel Riera
Llegó a mis manos siendo las 18.oo horas aproximadamente, del día 31 de julio de 2012. Me atrapó. Incluyendo el tiempo que me llevaron algunas paradas para comer o ir al baño, devoré sus 324 páginas en doce horas. A las 6 de la mañana lo cerré, apreté contra mi pecho, en el silencio de mi corazón dije “Gracias Daniel, en nombre de la Ventriloquia, de lo ventrílocuos y en especial del mío propio por permitirme ser el copiloto de este hermoso viaje”. Me dormí sin sentir cansancio, solo dormí.
Ya conocía el estilo de Daniel Riera para rescribir, describir y mantener sus relatos. De no atosigar con insistencias, escribir demás para llenar espacios, de tener una escritura fresca que invita a no abandonarla porque permite tiempos de recomposición y por eso no cansa. De contener muchísima e importante información, demostrando que se nutre de datos fehacientes, que opina con solidez y contundencia, seguridad, que balancea permanentemente personas y situaciones para que sin quitarle naturalidad al contenido, puedan existir encontronazos entre los protagonistas de su historia, y se reserva su lugar demostrando ese bajo perfil que lo caracteriza, pero que es innegable e imposible de ocultar, su talento, creatividad, bonhomía y hasta si uno pudiese disentir con él, tiene la oportunidad de plantear la opinión con la seguridad que Daniel es un iluminado que no capta palabras sino intenciones, sentimientos y personalidades, como el más hábil conductor de vehículos de carrera en la más complicada pista y salir airoso, es más, ganando la competencia.
Me siento orgulloso de haber sido su copiloto y haber participado del viaje al que se sumó tanta gente. Daniel no compite con nadie, es él, su propia vivencia, sus experiencias y su permanente agradecimiento a quienes le aportaron su tiempo de vida para compartirlo con él, es sobre todas las cosas, la persona humana de mi preferencia, y lo que lo engrandece como ser, es un agradecido y no vacila en darle el lugar que le corresponda a cada uno, manteniéndose él a la retaguardia, circunstancia que lo hace emerger importante, glorioso y brillante. Justamente lo que siempre digo acerca del resultado del espectáculo de un ventrílocuo. Cuando se conjuga una buena interpretación actoral, apoyada por un buen manejo de la técnica, y con argumentos bien armonizados, esa figura pequeña e inocente del muñeco, como suelo decir a propósito, “esa cosa pequeña, sin importancia, de aspecto grotesco que me acompaña, que no tiene vida", depende de mi talento como actor y técnico para volverse inmenso, importante, aplastante, me desvía a un segundo plano, capta todo el afecto que circule en el aire e impone su nombre en forma definitiva. Lo compruebo cuando más de una vez no se recuerda mi nombre sino el suyo. Cuando preguntan por él, le mandan saludos, juegan con simpatía los mensajes que dejó, se interesan por mi muñeco. Por eso, y si bien en el caso de Chasman se recuerda con amor su nombre, son más las veces que se escucha hablar de su Chirolita, que de él, y se utiliza el nombre del pequeño gran muñeco para definir situaciones o aplicárselo a personas que dependen de la voz, pensamiento y expresión de otra.
En nuestro viaje de 324 páginas, volví a visitar mi propia historia. Me encontré con viejos y queridos amigos, más allá que alguna vez pudimos tener por nuestra condición de humanos, algún que otro desencuentro de ideas, pero que no influye para nada al momento de valorizarlos como hombre o como artistas, reconociéndolos como grandes personas. Eso también lo logra Riera con su relato excepcional, porque escribe de esa forma, ese es su estilo, sirve para construir, reparar, convocar al entendimiento, Riera pondera la vida en su pureza y nos obliga a mirar lo que vemos, a escuchar lo que oímos, a entender cuantas veces perdemos tiempo en pavadas que solo contribuyen a la propia destrucción y privarnos de vivir gratos momentos. Todo eso está contenido en Ventrílocuos, Gente grande que juega con muñecos.
Son los pasajeros de este increíble viaje, Marcelo y Napoleón, Wilson y Panchito, Marcelo y Cirilo, Charly y Rosita, una historia que descolla totalmente sobre las demás, Gorosito y Trabuquito, Wilde y Paquito, Tatín y Cachencho, Javier y Jaimito, padre e hijo, Rosina y Manolete, Mariano y Vicente, Kiko y Carlinho, Merequeté y Coco, Dany y Cebollita, Cecile y Alfonso, Martín y Antunez, Drako y Berni, Sair y Luchito, Karim y Compañía, Osiris y Casimiro, Brian y Kazu, Adrián y Jaime, a los que se suman otras personas que considera sumamente importantes en su vida como Jesús de la Cruz Rivera la cigüeña que trajo a Oliverio, otras que aportaron datos, opinaron y confíaron en Riera sus historias, relaciones y pareceres para terminar de conformar esta historia de un gran escritor y periodista que por obra y gracia del Dios, le entrega en un momento de su vida, un regalo reservado justamente para ese instante, la relación con un muñeco y con un grupo de locos enamorados del amor y del arte, “Gente grande que juega con Muñecos”, iniciándolo en un camino que al principio él cree en su modestia y humildad, que será solo para una breve experiencia, que también le servirá para escribir esta historia, pero que finalmente queda demostrado que ser Ventrílocuo es parte muy demasiado importante en su vida, que lo deglutió, se aferró a su rumbo, que lo comprometió para ir más allá, que ya no tiene límites, que ahora va por todo, se constituyó en la Vanguardia de la Ventriloquia, con un amor y respeto íntegro y completo por su compañero y por el arte que lo liga al mismo conformando un mundo especial y privado solo para quien pueda entenderlo. Un mundo donde fluyen solamente buenas intenciones, ilusiones y fantasías que se hacen realidad. Mundo donde se pondera al Ser Humano y su condición de tal, con aciertos y desaciertos, con gloria y fracaso, sin importar los detalles sino valorizando la raíz, y promoviendo colmar al corazón de gratos sentimientos, con ese combustible único y especial capaz de mover al mundo que se llama Amor.
Gracias Daniel por permitirme este hermoso viaje, por tus palabras y consideraciones, por mostrar mi historia como no hubiese sido capaz de hacerlo yo. Ese privilegio hasta ahora había sido de Pascualito, ¿o tal vez él te contó todo eso?, mirá lo que me vengo a enterar …
viernes, 6 de julio de 2012
RICARDO AYAS con mucho orgullo "Mi Amigo"
Primero conocí a su hermana Beatriz y quedé encantado, presencia, belleza, voz, interpretación, realmente un placer escucharla y seguir cada movimiento de sus manos, sus ojos, una artista genial.
Luego y a través de ella a Ricardo. Desde el primer momento hizo gala de su señorío, simpatía y mostró su don de gentes.
En el escenario los dos, como actores, cantantes, Ricardo además como músico, colmaron la definición de ser señores profesionales, y dentro de mí especialmente encendieron la llama de la admiración. Repasando la historia de la familia Ayas, no podía ser de otra forma, una familia de artistas cortados todos por la misma tijera.
Todo eso lo ratifiqué desde mi butaca en el teatro IFT mientras disfrutaba, perdón, mientras gozaba del espectáculo "PERON El Musical", escrito, producido, interpretado y dirigido totalmente por Ricardo Ayas. Insisto, un deleite, una verdadera Obra y de Arte, impactando en el corazón y la mente, sorprendente en cada momento, a cada segundo, colmando al ser y todo lo que lo rodea con una musicalidad y un espíritu que en mi vida había visto algo similar.
Comienza con una introducción sencilla pero riquísima cuando Beatriz Ayas aparece en el escenario vestida de época interpretando un tema que lo hace brillar y vibrar con su arte personal, no sé si otra intérprete podría lograr lo mismo. Comenzamos más que bien, una genial y hermosa recepción.
Seguidamente se desencadena un torbellino musical e interpretativo de la mano de seis cantantes increíbles, con voces bien definidas super afinadas, contundentes, sonoras, pasando por todos los matices de acuerdo a la historia que han de relatar, combinando con breves diálogos, realizando coreografías movilizando atriles montados sobre rueditas, única escenografía sobre un negro total, sencillamente uniformados los varones, delicadamente vestidas las mujeres. De entre tanto talento sobresale una soprano que deja el alma en el escenario, sus gestos, su rostro iluminado, su gracia. En un momento sufre un accidente, se enredó el vestido en el taco de su zapato y al mismo tiempo derribó el atril con la mano, mas no se detuvo, solucionó ambas situaciones y continuó como si nada, no fue nada, no existió, solo fue un golpe de vista, lo minimizó de tal forma que agradó además su figura y el sello de Aprobado surgió hasta del más exigente espectador.
Todo lleva un armado armonioso, pensado, cadencioso, sin bajar el nivel, y aparece Ricardo Ayas, ese alto nivel se supera aún más, él, el mismo autor está en escena y volcará siete años de trabajo en esa noche de gala para la cultura, para el buen gusto, con una exhibición de talento donde demuestra que es un profesional y un señor en todo lo que dice ser Músico, Escritor, Actor, Cantante, Director, estalla el escenario en más voces, más arreglos, nunca un poco menos, siempre más, mucho más.
Ricardo muestra que la historia se puede contar sin fanatismos, con alegrías y tristezas, con respeto, que trabajó para el público sin banderías, ni partidismos, sin atacar a nadie ni defender a nadie, eligió a una figura histórica cuyo nombre es popular en todo el mundo, y cuida mucho que su relato sea verídico, sin exagerar un ápice, sin obsecuencias, solo arte, contar una historia con música, mostrando que ese hombre público e importante como político, también en lo suyo podía ser un artista, y nadie, salvo un obtuso puede dejar de reconocer el talento que tenía, más allá de sus aciertos o de sus errores, aquí no vinimos a juzgar una historia sino a conocer la parte lírica de la misma, y Ricardo Ayas logró eso, que nos vayamos con el corazón en la mano, con alegría, con ilusiones, en su saludo final, luego de un último aplauso ya que a obra recibió muchos durante sus dos horas casi de exhibición porque era inevitable aplaudir, la circunstancia lo exigía, eran aplausos espontáneos, y ese aplauso final, donde personalmente salté de mi butaca para ponerme de pié, sentí reventarse mis manos, percibía que quienes me rodeaban sentían lo mismo, que en ese aplauso prolongado que el mismo artista, siempre tan sencillo, humilde, austero nos detuvo simpáticamente con su mano para que lo dejásemos decir sus palabras de agradecimiento, hasta en esas palabras permaneció en su alto nivel, cuando nos dijo que lo importante y el deseo o fruto de su obra era tratar de Unir porque es cierto la Patria no se hace desuniendo, separando, se hace uniendo, y realizó su voto deseo que Argentina recupere el amor de sus hijos. Se desprendió de lo personal, compartió y pidió compartir un deseo, el haber escrito sobre Perón de la forma que lo hizo no lo identifica como político sino como buceador de la historia extrayendo recuerdos, circunstancias y hechos que convirtió en música, sentado a su piano, formando a cada cantante, armonizando voces y movimientos, que los suyos no excedían la de los demás, no se mostró como una estrella, no fomentó una excelencia ni pidió sobresalir, por eso se destacó, porque los seres que tienen brillo propio y son Estrellas no necesitan hacerlo, y Ricardo vive escondido tras su propio talento que es tanto y apabullante que no logra desaparecer.
Sentí deseos de subir al escenario y abrazarlos a todos, no sé como me contuve, fue difícil estaba extasiado, mis acalorados aplausos no resultaban suficientes, quería expresarme de mil formas, qué sé yo, hasta disparando una batería de fuegos de artificio, fue una noche de éxito del éxito de mi querido amigo Ricardo Ayas, de sus siete increíbles cantantes cuatro varones y tres mujeres, ni qué hablar de la que interpretó el papel de Eva Duarte. Y por supuesto esa estrella que inició la obra Beatriz, tan pequeñita en tamaño y tan inmensa en su proyección, y no puedo dejar de mencionar al señor, al caballero, al genial artista plástico Guillermo Di Diego, esposo de Beatriz que permanentemente entregado al clan familiar hace que este sea una armada potente para derribar lo malo, lo negativo, lo feo para convertirlo en Oro, un trabajo de familia equipo imbatible.
Para finalizar, y mientras ya en el lugar iba pergeñando todo lo que escribiría y creo que me he quedado corto, sonreía por dentro pensando que Ricardo me suele llamar Maestro, no lo puedo creer, ya no se lo puedo permitir, él es el Maestro en el arte y en la vida, y si yo fuese su alumno tal vez quedaría reprobado en la primer clase, me falta demasiado para poder llegar a considerarme lo que creo ser actor, músico, y autor, a su lado necesitaría que Dios me conceda mil años más de vida y tal vez lo pudiera igualar.
Les pido a mis amigos que no se pierdan la oportunidad de ver esta obra, no solo me lo agradecerán sino que habrán vivido una experiencia maravillosa, lo recordarán por mucho tiempo. En PERON El Musical, se llevarán dentro de sí un caudal abundante de experiencias, mensajes y contenido fascinante por el resto de sus días.
Gracias Ricardo, gracias Beatriz, gracias Guillermo, por considerarme vuestro amigo, es un tremendo orgullo y ya dejo de escribir, me pongo de pié y sigo aplaudiendo porque el jueves a la noche, me quedaron aplausos pendientes.
lunes, 21 de mayo de 2012
LA MEJOR FOTO QUE VI EN MI VIDA
¿CHOLULO YO?
Luego pensé, ¿a qué llaman ser Cholulo?, ¿acaso a demostrar admiración por alguien que si se lo encuentra en forma personal seguirlo, saludarlo, darle la mano o tomarse una foto es ridículo?.
Entiendo que eso es la generalidad, y le daría dos categorías al Cholulismo , una de carácter general y otra de carácter particular.
Seguidamente, sí aceptaría avergonzarme de pretender acercarme a pedir una firma o tomarme una foto con cualquier persona por el hecho de estar en televisión, o ser popular, pero que en realidad es un pobre tipo o mujer que logró esa imagen sin tener sustento, es decir, categoría, talento, profesionalidad, solo por el hecho de hacer algo frente a una cámara que reproducirá su cara ante millones de personas pero que en definitiva, insisto, no vale un comino, caso de personajes impresentables a los que les dan categoría de Actor, Capocómico, etcétera, que en realidad dan vergüenza ajena y prefiero no hacer nombres.
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Volviendo al Cholulismo. Considero que mi caso es el caso del Cholulo en Particular, porque me he detenido, saludado, conversado, compartido momentos, estrechado la mano y tomado fotografías con personas a las que admiré por sus condiciones de Ser Humano, o de Artista, como asi tambiën no admirarlos pero vivido la situaciön casi ünica o poco comün; situaciones que otras personas no podrïan haber vivido y yo tenïa esa oportunidad; como haber estrechado la mano de presidentes argentinos; aunque no los apreciara; pero por su condiciön del cargo que ostentaban; y tambiën a cientïficos; o personajes que sï eran populares por alguan situaciön; ejemplo la Gorda Matosas en River, o La Raulito en Boca, me quedo con la última porque soy bostero.
Pero bueno, toda esta explicación viene al caso porque siempre nombro a muchas personas con las que me comporté como un Cholulo, no me arrepiento ni me da vergüenza, es más, quisiera volver a tenerlas a mi lado, compartir momentos con ellas porque sí valían la pena, y me refiero especialmente a los que ya no están, con muchos de ellos tengo anécdotas para contar, como por ejemplo, Pepe Biondi, Karadagian, Norberto Aroldi, Jorge Porcel, Alberto Olmedo, José Marrone, El Indio Apachaca, Alberto Ocampo, Juan Carlos Altavista, Mister Chasman, Caloi, Homero Expósito, Pepito Avellaneda, algunos que gracias a Dios aún viven con los que estamos alejados por distancia o por trabajo como Osvaldo Piro, María José Mentana, el Enano Miguelito, y algunos más que si los recuerdo vuelvo a editar esta nota, pero todos ellos participaron en mi vida de alguna forma, tengo gratos recuerdos de todos y cada uno.